Muchos creen que «HALLOWEEN» es una fiesta inocente, pues el nombre y su influencia parecen serlo. Esto se originó entre los Druidas (sacerdotes británicos antiguos) sobre costumbres y creencias paganas, en conexión con sus celebraciones del Año Nuevo, según calendario druida, heredado por los romanos, conquistadores de aquellos. Era un festival para honrar al dios sol y al dios Samhain (señor de los muertos). Para los druidas era muy común «recibir» a los muertos, quienes regresaban para «convivir» con los vivos.
Los Celtas creían también que las almas pecadoras de los muertos habían sido transferidas durante el año anterior a cuerpos de animales… y a través de sacrificios o regalos, los pecados se podían expiar y así esas almas quedaban liberadas, para reclamar un galardón celestial. Samhain juzgaba las almas y decretaba si su existencia podía continuar en un cuerpo humano, o en el de algún animal.
Por ello, la noche anterior al día de Todos los Santos, llegó a conocerse durante la Edad Media como el tiempo más favorecido por los seguidores de Satanás, quienes se componían de hechiceros y brujas.
De ahí la tradición. La razón por la cual algunos creyentes han insertado el Halloween en el cristianismo es porque en el siglo VIII, el Papa Gregorio IV, decretó que ese día debía observarse universalmente por la Iglesia Católica de aquella época, y ésta ejercía la mayor influencia sobre el mundo cristiano de ese tiempo.
Quienes influían en aquel entonces en la iglesia, tomaron de las tinieblas lo que se ofrecía al diablo, para ofrendarlo después al Señor.
En realidad es una fiesta pagana que se transformó en un festival aparentemente innocuo, incapaz de despertar sospechas de engaño entre sus entusiastas seguidores.
La costumbre actual de ir de casa en casa mendigando dulces, lueces, fruta o centavos, mientras se está disfrazado con trajes grotescos se remonta a aquella fiesta pagana, pues se pensaba que los fantasmas se reunían en las casas de los vivos para ser recibidos en mesas llenas de alimentos; al final de la fiesta, el pueblo se vestía con trajes y disfraces representando las almas de los muertos y desfilaban hacia las afueras para, engañosamente, sacar del pueblo a los fantasmas.
Con los años, tuvieron que buscarse explicaciones y razonamientos que respaldaran dichas prácticas entre los cristianos. Los niños se iban por las calles en «la Noche de Todas la Almas», ofreciendo ayunar por los difuntos, a cambio de dinero u ofrendas. Como muchas fiestas paganas, adaptadas «convenientemente» al uso cristiano, Halloween es hoy en día tan desconocida, como universalmente aceptada.
Pero son muchos los pasajes de la BIBLIA, que afirman que tales prácticas son abominación ante Dios (Deuteronomio 18) y castigadas con la muerte, pero muerte espiritual, es decir la muerte segunda.
De modo que Dios detesta tales festividades, no importa a quien se suponga estén honrando.
Los cristianos estamos siendo empujados por las escuelas particulares y los comerciantes, que han querido «ambientarnos» tanto en las tradiciones paganas, que ya se nos hace difícil apartarnos de ellas; más aún, llegamos incluso a «defenderlas» y a discutir que «no sería justo alejar a nuestros hijos de tales diversiones». Es más, ya no son sólo los niños quienes disfrutan de esta «fiesta» sino que también los jóvenes y adultos se «divierten» desenfrenadamente en bares, discotecas y fiestas particulares, disfrazados incluso de demonios sin saber que se está jugando con fuego. Pero examinando el asunto, nos preguntaremos: ¿en verdad, qué tenemos los cristianos que ver con murciélagos, duendes, brujas, calabazas, fantasmas o vampiros?, ¿Por qué insistimos en adoptar estas imágenes del reino de Satanás, e imaginamos que nos benefician?.
Los dulces recibidos no tienen tanto valor como para querer pasar a nuestros hijos (y a nosotros mismos) por el fuego y ofrecerlos a Moloc (dios del fuego). Hemos visto con estupor como este año, en la ciudad de Guayaquil (Ecuador), una cadena internacional de pizzerías ha llegado al extremo de fabricar la cabeza gigante de un demonio con la boca abierta a la entrada del local para que todo aquel que decida ir a comer una pizza tenga que pasar a través de dicha boca, y en todos los ventanales del local ha pintado «llamas» para simular el infierno; ¿se dan cuenta lo que esto implica? ¿se dan cuenta como se utiliza la figura del mismo demonio y del infierno para «acostumbrarnos» a la idea de que todo eso está bien?
¿piensan ustedes que eso no tiene nada de malo?
Creo que todos debemos meditar un poco más con respecto a la contaminación «inconsciente» a la que nos está llevando el mundo y sus repercusiones en la vida de todos los cristianos que, de una u otra forma, tenemos contacto con actividades mundanas.
España siempre imitando las cosas malas, lo oscuro, lo turbio. En contraste con ello, en estas mismas fechas se celebra la Reforma Protestante que caló y cambió el rumbo a mejor en muchos paises europeos y despues en América. Aqui no se habla nada de eso porque sería hablar de la Bibia, del amor de Dios y de Salvación, cosas que el pueblo español en su mayoría no desea oir.
Pero son los países de la Reforma Protestante (Alemania, Reino Unido, EEUU), precisamente los de tradición celta, los que han mantenido y conservado esta tradición anglosajona de Halloween. Son estos paises de mayoría cristiana reformistas, países no católicos, los que han conservado y difundido esta tradición diabólica. Sólo en los últimos veintes años se ha extendido esta tradición festiva y comercial, nunca religioso ni espiritual, en los países de tradición católica como Portula, España, Francia, Italia o los países Iberoamericanos. Siempre procedente de los países anglosajones, de mayoría no católica.