No pudieron concluir nuestros chicos esta campaña cuando todo estaba de cara, en casa, ante su público, con un rival mermado y con el marcador a favor mediada la segunda parte, pero un final un tanto extraño privó a los nuestros de una despedida deseada y los dos puntos se marcharon para Lebrija, un contendiente que supo jugar sus cartas a la perfección.
Si en la primera vuelta nuestro conjunto había conseguido un valiosísimo punto en la cancha de Bm. Ciudad de Lebrija, todo hacía presagiar que la vuelta, último compromiso liguero, con poco en juego, tendría que tener claro sabor local; pero en el inicio del choque ya se vio a los nuestros atenazados y entrando en el juego a rachas, con poca efectividad ante el marco contrario y, sobre todo, con escasa contundencia defensiva. Al descanso se llegaba con una desventaja clara, 11 – 16.
Con la reanudación llegaron los mejores minutos de la escuadra bailenense, su juego colectivo comenzó a funcionar tanto en ataque como en defensa, y los sevillanos no encontraban su sitio. Un parcial de 7 – 2 en apenas diez minutos del segundo período volvía a poner las tablas en el marcador, empate a 18. Para colmo a los visitantes se le iban dos jugadores a la grada, uno por roja directa y otra por agotar el cupo de exclusiones, con lo que prácticamente debían jugar lo que restaba de encuentro sin cambios, salvo la portería. Ahí comenzó el tira y afloja y una sucesión de igualadas en el marcador, hasta que por fin el Autoesc. R.Guerrero Malpesa Bailén lograría colocarse por delante con el 21 – 20 a falta de doce minutos para el final.
Y ahí estuvo la clave, cuando los nuestros quisieron rematar el partido con el impulso de venir con una importante desventaja en el descanso, con un rival cansado y sin banquillo, todo ocurrió al revés. Nuestros chavales sufrieron un monumental bajón y, especialmente, un cambio de rol, el juego colectivo en ataque se convirtió en jugadas individuales que propiciaron pérdidas de balón, infracciones e interceptaciones. En ataque la primera línea sevillana sacaba petróleo de un juego combinativo básico que a nuestra defensa le costó mucho trabajo frenar. Cuando más teníamos que atemperar más quisimos correr y ahí se perdió, los sevillanos fueron sumando uno, dos, tres y ya no pudo ser. Luego nos centramos en los árbitros, que se pueden equivocar como cualquier humano, eso nos distorsionó y que en honor a la verdad, en esta sobremesa de un soleado domingo, no influyeron en el resultado final.
Al final el resultado reflejó un 26 – 30. Ahora toca ir desacelerando en esta campaña que ha sabido a poco, y planificar para el próximo curso liguero, casi medio año por delante, donde habrá que trabajar para dar un paso hacia delante, pues este año hemos bajado el nivel.