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APTITUDES
Hay cosas que no entiendo. Independiente de la suerte, que premia al tun tun, nunca aptitudes, qué absurda suerte nos empeñamos en auto concedernos con la única base de nuestro propio criterio, si el tiempo la destrozará y arrojará a un mar de cenizas.
En nuestro criterio está esta distancia abismal entre baremos más o menos fidedignos, o sea, entre lo que somos y lo que desearíamos ser.
La buena suerte, la banal para construir a uno mismo, hace que a veces construyamos nuestro nombre sobre arena, nos haga llegar a lugares para los que no estamos capacitados. Para eso nos sirve esa suerte, y no para comprar aptitud, ya que la aptitud es una cualidad intríseca e insobornable que va ligada solo al saber hacer.
Y no entiendo a quienes suben donde jamás quedarán escritos sus nombres.
Una pena que esa suerte no se halle bien repartida por la aptitud ya que mucha se pierde por inanición, y por ende obligada al silencio o a andar otros ajenos caminos.
Suertes, ligadas al capricho de ser, que nos castigan con ríos y ríos de tinta sin una sola gota de agua, nos obligan a sufrir de ver cielos sin una sola estrella, nos construyen en general mundos sin visos de futuro, sin nada que merezca la pena conservar.
Porque impera. Y lo que impera solemos colonizarlo, hacerlo institución, que ocupe todo el sitio posible, que sea la principal voz audible.
La calidad invita a pensar, mientras que el resto además invita a para qué.
Luego, ya, la lluvia mojará, o el viento se llevará a todas esas hojas sueltas, y sí, bajo ellas aparecerán -no siempre- algunos nombres grabados en la piedra para unos cuantos ojos venideros, sí pero…………
Y la verdad es que no lo entiendo.
Juan Risueño Lorente
