ÉSTA NO ES MI ANDALUCÍA, QUE ME LA HAN CAMBIADO
Cuando las cosas cambian todo el mundo lo nota. Para bien o para mal. Andalucía era, y es, una tierra rica en todos los sentidos. Siempre se ha dicho. Lo único que nos ha faltado, y nos falta, es creérnoslo. Que los propios andaluces nos creamos que es realmente cierto. Que somos únicos. Que por la razón que sea disponemos de todo lo necesario para no necesitar de nadie y sin embargo, somos incapaces de vivir si n el resto del mundo. Somos especiales. Pero tenemos que creerlo. Tenemos que empezar a pensarlo.
Lo que tenemos y lo que somos es producto de siglos, de miles de años. De muchas civilizaciones, de muchas culturas, de muchos pueblos que por aquí han pasado y aquí se han quedado. Por eso somos únicos. Por eso somos amables y abrimos nuestros brazos y corazones a todas las gentes que por aquí vienen.
Pero siempre hemos sido un pueblo honrado, trabajador como el que más. Con nuestras “trapacerías” y “engaños” (no nos olvidemos del Patio de Monipodio), con nuestra gracia, con nuestro saber ser y estar. Con ese don, que de una u otra manera se nos dejó “caer” aquí, en Andalucía, y que sólo tenemos los andaluces. Que ningún otro sitio de España se enfade, pero es así. Qué le vamos a hacer.
Pero. Siempre tengo el pero, que no la manzana, porque no quiero que “Eva se enfade”. Digo que pero, porque de un tiempo a esta parte.
Ésta no es mi Andalucía, que me la han cambiado. De un tiempo a esta parte, la alegría, la educación, el saber estar, la gracia, el salero, las buenas costumbres. Todo ha cambiado. ¿La culpa? Los políticos, los banqueros, los chorizos, los sindicalistas avariciosos, de todos los colores y sabores (SÁLVESE EL QUE PUEDA, QUE LOS HAY). Se llevan el dinero y con él viene la pobreza, la falta de empleo, el desánimo, la falta de alegría y los problemas familiares. Los sindicatos igual. Hacen de su capa un sayo y luego dejan en la estacada a los trabajadores. A los mismos que dicen defender.
Saltan los ERE, las subvenciones a los sindicatos que hacen con el dinero lo que no deben, los problemas en las empresas, los familiares cada vez más graves. La falta de defensa, por los políticos, de los andaluces. Sólo piensan en ellos, en sí mismos y así nos va. En Andalucía, pobreza, falta de educación, bajo rendimiento escolar, acoso, violencia, desahucios. ¿La culpa? Parece que todos estamos de acuerdo en dar dos nombres, muy generales, por eso digo que Sálvese quien pueda: Políticos y banqueros. Aunque más que bancos, diría Cajas, aquellas que estuvieron ocupadas por los políticos para medrar y sacar “tajada” en todo. Políticos de todos los colores, de todos los partidos, de izquierdas, derecha o centro. No se libra ninguno.
Por eso digo lo del encabezamiento: Ésta no es mi Andalucía, que me la han cambiado. Sólo espero que vengan tiempos mejores. Y si para eso, el pueblo tiene que tomar medidas, que las tome. En las próximas elecciones europeas, municipales, generales y autonómicas cada uno piense lo que han hecho por él, en Europa, en su municipio, en España y en su región y vote. Pero que vote para cambiar a tanto político medroso, embustero, que “mete la mano” en el cajón del dinero público, ese dinero del que una socialista, ministra encima, Calvo de apellido, dijo que “el dinero público no es de nadie”. Pues sí, el dinero público es del pueblo, del que paga sus impuestos y del que vota. Así que ahora que vienen tiempos de elecciones, a votar. Las barbaridades de que hay que conseguir en la calle lo que no se consigue en las urnas, sólo nos lleva al desastre y a la barbarie. Y aquí, en Andalucía, por milenios, siempre hemos sido un pueblo educado, alegre, hospitalario. Los bárbaros venían del norte, no del sur. En el sur siempre ha estado la cultura, el arte, el saber ser y estar, la educación, la alegría, etc.
Cándido T. Lorite